domingo, 18 de mayo de 2008

El alma de las piedras


"Por desgracia con las personas no funciona, aún no se ha inventado nada..."


Hans (José Sacristán) geólogo de profesión muestra a un grupo de niños en la escuela del pequeño pueblo argentino dónde se desarrolla la película ("Un lugar en el mundo" de Aristarain) un aparato que emite luz, una luz que al aplicar sobre una serie de piedras provoca que éstas cambien de color, se ven detalles que inicialmente no se percibían, permitiendo de este modo llegar a conocer el verdadero alma de las piedras.


Las piedras cuentan historias de hace millones de años, historias de dolor, historias de cómo la montaña llora cuando se rompe en mil pedazos..."Esto, que parece una piedra tonta"...hasta la piedra mas simple, mas vulgar, tiene una historia que contar.


Con las personas pasa algo parecido, muchas no son lo que aparentan (algunas para bien otras para mal), a muchas no las llegamos a conocer realmente, pero por desgracia no tenemos ninguna receta mágica ni ningún aparato infalible que nos permita ver el alma de las personas, nada que al aplicar sobre un determinado sujeto nos muestre su verdadera cara, su verdadero color...


No es tampoco una cuestión preocupante, pues no se puede desentrañar los misterios de quienes no se quieren mostrar o juegan al despiste, o de quienes ocultan sus verdaderas intenciones o ideas tras una fachada totalmente diferente, lo realmente maravilloso sucede cuando encuentras a alguién tan transparente, que no hace flata aplicar una luz mágica para llegar a conocerlo. A veces incluso con una sola mirada basta...


A todos aquellos con los que no hace falta utilizar nada...




5 comentarios:

Ángeles Castillo dijo...

si las piedras hablaran desvelarían nuestros secretos y si se conociesen nuestros secretos se rompería el hechizo y si se quebrara el hechizo habría menos magia y con menos magia... ¿qué haríamos con menos magia? ¿qué sin la chistera y la varita mágica? el misterio también es luz en la oscuridad

SaLvAtOrE dijo...

Me encanta lo que has escrito, en la vida es necesario un halo de misterio en todo momento. Todo lo previsible no tiene ninguna magia y si todo el mundo conociera todo de todos estaríamos ante una aburrida monotonía. No quedaría nada por descubrir. ¡Que las piedras no cuenten nuestros secretos! Me gusta mirar a la gente a los ojos y saber que puedes confiar en ellos...

Anónimo dijo...

visitante 222
Yo creo que hay infinidad de piedras,de todos los colores, de todos los tamaños...piedras preciosas,piedras que estan aún por pulir,de todas aprendo para bien o para mal..
Yo,como dice la canción,tropecé de nuevo con la misma piedra..la vida nos las pone,a veces nos las quedamos para siempre y otras,las apartamos para no volver a tropezar.

Anónimo dijo...

Tal vez seamos el sueño de las piedras... tal vez nuestra vida sean las imágenes oníricas producidas por una mala digestión de una piedra magna y negra...
El encanto pervive en las personas que no se dejan conocer... Otras son tan evidentes, se manifiestan tantísimo que duele no estar soñando cuando se las ve.

Anónimo dijo...

Un muchacho recorre con sus dedos una copa de vidrio. Quiere entenderla, conocerla, poder verla aún con la venda negra que le tapa los ojos. Comienza a describirla, habla de la perfección del arte que decora el vidrio, de la delicadeza del pie, largo, elegante, habla de suavidad. De repente calla, frunce el entrecejo entorpecido por la venda. Mis ojos buscan sus manos y aunque no alcanzan su mirada, noto que está sorprendido, ¿desilusionado?
“Está rota. En el borde, el vidrio está roto…” La voz se pierde, tal vez se ahoga en un pensamiento que ahora cuenta para el resto: “Lo mismo pasa con las personas: cuando crees que ya las conoces por completo, descubres algo más… que no esperabas”.
Por suerte no siempre lo que descubro me deja una herida.
Laura