




"Devastadora, impactante, cada minuto de sus siete horas. Me encantaría verla todos los años durante el resto de mi vida" SUSAN SONTAG
Cierta noche, en Águilas, mi querido amigo Don Pablo me habló de una película húngara de siete hora de duración, que había leído que era increíble...me instó a que utilizando los medios que yo disponía tratara de conseguirla, y yo, que en aquella época no había película que se me resistiera, me puse manos a la obra...en menos de una semana teníamos en nuestro poder la película completa...pero, ¿sabíamos lo que teníamos entre manos?
A priori, puede parecer que sus siete horas y media de duración son un obstáculo insalvable a la hora de dedicirse a ver esta película húngara que Bela Tarr dirigió en 1994.
Una vez empezada su visión, uno se da cuenta de que se encuentra ante una obra maestra del séptimo arte. Y claro, al final acabas viéndola de un tirón, o como mucho en dos partes, si tal y cómo nos sucedió en su día, se te hacen las tantas de la noche. Recuerdo que vimos la mitad un domingo, y el resto un lunes. Ese lunes yo me encontraba por Murcia atendiendo mis deberes sindicales, y al acabar dichas obligaciones no pude contenerme y, a una velocidad de vértigo me dirigí a Águilas, donde me esperaban Don Pablo y Doña Begoña dispuestos a resolver la papeleta que dejamos a medias el día anterior.
El comienzo es alucinante, unos diez minutos de reloj en los que se ven unas vacas deambulando por una granja, cae la lluvia, todo está encharcado. La música que acompaña al deambular de las vacas es digna de culaquier película de terror, te hace darte cuenta de que algo inesperado puede suceder. Y claro que sucede, empieza una de las películas mas alucinantes que yo he visto en mi vida.
La historia nos situa en una granja de Hungría, justo tras la caída del régimen comunista. Algunos de los habitantes de dicha granja planean escapar con el dinero conseguido por todos con el trabajo en la granja. Futaky, en ese momento el cabecilla, apoyado por la Señora Smith, están preparados para llevar a cabo su plan, pero una inquietante noticia les hace cambiar de idea: Irimías, antiguo compañero y cuasi Mesías del grupo ha salido de la cárcel. Acompañado por su fiel escudero Petrina (como Don Quijote y Sancho Panza) no tardará en llegar a la granja.
La película es una orgía de imágenes, de momentos, de planos, de situaciones. Y un final que aún resuena en mi cabeza...Para mí, cinematográficamente hablando, existe un antes y un después de Satantango.
"Por constraste, el argumento de Satantango (genialidad diabólica e irónica) no tiene nada que envidiar a Faulkner en su forma de desenredar lentamente los sueños, las conspiraciones y las traiciones que sacuden a una cooperativa agrícola en bancarrota, cuya desintegración se extiende durante siete horas, al hilo de mutuos engaños, una desintegración que, en la realidad, ocurre en unos pocos días de otoño y bajo una lluvia incesante. (Dos de esos días se relatan varias veces desde puntos de vista de personajes distintos). No obstante el relato funciona casi independientemente del peso moral que el realizador otorga a cada largo plano, lo que tiene como consecuencia el obligar al espectador a compartir el tiempo y el espacio con los sórdidos personajes de la película, con los que no puede evitar identificarse, a través de sus actos y reflexiones. Sátántangó, la obra maestra de Béla Tarr hasta el momento, es a la vez un monumento de ironía y un relato especialmente fascinante. Es igualmente, gracias a su humor negro apocalíptico, una película desternillante. Tarr subraya que la forma de su película, como la de la novela, se inspira en el ritmo del tango: seis pasos adelante, seis pasos atrás, un concepto que tiene su eco en el encabalgamiento del tiempo (los doce capítulos de la película) y en la sofisticada coreografía de los movimientos de cámara."
César Combarros Peláez
Y para los más atrevidos, para ir abriendo boca...